sábado, 12 de abril de 2014

MEDITACIÓN


A partir de entonces, decidieron darle muerte

Señor, todo esto que tú nos enseñas podría parecernos muy difícil si hubieras hablado desde una tribuna; pero desde que nos enseñas más por el ejemplo que por la palabra, tú que eres Señor y Maestro, ¿cómo nos atrevemos a decir lo contrario? Lo que dices es perfectamente cierto; lo que ordenas, perfectamente justo. Esta cruz desde donde hablas da testimonio. Esta sangre que fluye también da testimonio: grita con todas sus fuerzas. Y finalmente, incluso la muerte: si ha podido rasgar el velo del templo a distancia y la separación de las piedras más consistentes, ¿qué no hará por sí misma y más aún por el corazón de los creyentes?

Señor, queremos devolverte amor por amor; y si el deseo de seguirte no procede todavía de nuestro amor por ti porque es muy débil, por lo menos que nuestro amor provenga de tu amor. Si nos atraes hacia ti, nosotros correremos tras el olor de tus perfumes: nosotros no desearemos solamente amarte, te seguimos, y estamos decididos a despreciar este mundo puesto que vemos que tú, nuestro Señor, no te has dejado cautivar por los placeres de esta vida. Te hemos visto enfrentar la muerte no es una cama, sino sobre el madero de ajusticiado;y, aunqu eres rey, no quisiste tener otro trono que este patíbulo. Atraídos por tu ejemplo de Rey sabio, rechazamos la llamada de este mundo y sus lujos y, tomando tu cruz sobre nuestros hombros, nos proponemos seguirte sólo a ti. Danos la ayuda necesaria.

SAN ROBERTO BELARMINO


Evangelio del día

Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él. 
Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. 
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. 
Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación". 

Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no comprenden nada. 
¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?". 
No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, 
y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. 

A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. 
Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos. 
Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. 
Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: "¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?". 
Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.