Al
ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa
de María creyeron en él.
Pero otros fueron a ver a los fariseos
y les contaron lo que Jesús había hecho.
Los sumos sacerdotes y
los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos?
Porque este hombre realiza muchos signos.
Si lo dejamos seguir
así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán
nuestro Lugar santo y nuestra nación".
Uno de ellos, llamado
Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no
comprenden nada.
¿No les parece preferible que un solo hombre
muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?".
No
dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que
Jesús iba a morir por la nación,
y no solamente por la nación,
sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que
estaban dispersos.
A partir de ese día, resolvieron que debían
matar a Jesús.
Por eso él no se mostraba más en público entre
los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una
ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos.
Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la
región había subido a Jerusalén para purificarse.
Buscaban a
Jesús y se decían unos a otros en el Templo: "¿Qué les
parece, vendrá a la fiesta o no?".
Los sumos sacerdotes y
los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar
donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.
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sábado, 12 de abril de 2014
Evangelio del día
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